6 de agosto de 2012
A los doce años supe que el día de mi cumpleaños coincidía con el del lanzamiento de la primera bomba atómica con fines destructivos sobre Hiroshima. En aquel entonces —o quizás en algún momento entre aquel entonces y hoy— me propuse pasar un cumpleaños en el ‘Parque Memorial de la Paz’ de Hiroshima. Algunas veces pensé en ir a ‘llorar por los muertos,’ otras en ‘ir a rezar,’ muchas en sólo estar allí.
Años atrás era como un ideal, o una meta en la vida. Pasó el tiempo y en el 2002, cuando estaba por cumplir mi primer medio siglo, iba a ir pero el corralito me cortó las alas, bueno, el dinero, para hacerlo.
Este año, al ir a cumplir sesenta, decidí hacerlo, mejor dicho, me enfrenté al hecho que posiblemente fuera mi última oportunidad de hacerlo (¿cuántas valijas con pañales para adultos iba a tener que llevar en el futuro?).
Y así fue. En compañía de Julio, que me ayudó mucho con mi falta de visión, logré llevar a cabo mi deseo.
Y quiero hacerlos partícipes de mi experiencia.